El ruido supone uno de los principales aspectos ambientales perjudiciales para la salud humana en Europa, con una cifra de 158 millones de europeos afectados por niveles acústicos superiores a los 55 decibelios, por culpa del impacto producido por los diferentes medios de transporte.
Los datos publicados en un reciente estudio de varias consultoras europeas sobre externalidades en el transporte, refleja como el 31% de la población de la Unión padece niveles sonoros superiores a los considerados como ruidosos por la Organización Mundial de la Salud, sufriendo diez millones y medio de europeos niveles superiores a los 75 decibelios, considerados como dañinos para la salud.
[ad#ad-1]La distribución de población afectada en los principales países europeos oscila notablemente desde países como el Reino Unido con un 63% de habitantes afectados a otros como Alemania donde solo un 19% de la población padece niveles de ruido altos.
La principal causa de estos elevados niveles de contaminación acústica es el transporte por carretera que es el modo de transporte que produce las molestias en un 87% de los casos, le sigue el transporte por ferrocarril con un 10% y la aviación con cerca de un 3%.
También estos datos presentan una gran variabilidad en función de los países analizados destacando el caso de España, donde el 98% del ruido es ocasionado por los vehículos por carretera, debiéndose solamente un 1% a la aviación y un 0,7% al ferrocarril. En el extremo opuesto se sitúa Alemania donde los vehículos por carretera generan algo más de dos tercios de los afectados y el ferrocarril más de un 28%.
En lo que respecta a los afectados por niveles superiores a los 75 decibelios (dañinos para la salud) se deben en un 99% por ciento al tráfico por carretera. Estos niveles provocan alteraciones sobre la salud como dolores de cabeza, insomnio, hipertensión, estrés o pérdida de audición.
La reducción de las molestias acústicas pasa principalmente por actuar en el tráfico viario y sobre los vehículos con recomendaciones como un adecuado mantenimiento del automóvil, el respeto de los límites de velocidad indicados, la circulación en marchas largas, menos ruidosas y la utilización del claxon solo en casos de peligro.
Otras medidas para conseguir reducir el ruido son el cambio modal desde el automóvil privado hacia el transporte público, tanto por carretera como por ferrocarril o la utilización de la bicicleta que elimina prácticamente las emisiones sonoras.
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