Cuando se cumplen 30 años del accidente de Three Mile Island (Harrisburg, EE UU), Ecologistas en Acción denuncia que de las ocho nucleares españolas sólo cuatro están funcionando a plena potencia. Así están paradas las de Trillo (Guadalajara), Garoña (Burgos) y Vandellós (Tarragona), y la de Cofrentes (Valencia) está funcionando a mitad de potencia desde el 25 de marzo, sin que se haya producido comunicación alguna que lo justifique. Así pues, de los 7.700 Mw de potencia instalada, solo 4800 están funcionando, lo que pone en entredicho la supuesta garantía de suministro de que presume la industria nuclear.
El 28 de marzo de 1979, se produjo un accidente en la central nuclear de Three Mile Island, el segundo más grave de la historia nuclear, con fusión del núcleo incluida, y que ocasionó el parón de la industria nuclear de EE UU, donde no ha entrado ninguna central en funcionamiento desde entonces. En efecto, estuvo a punto de producirse una explosión a gran escala en la contención, que habría lanzado una enorme cantidad de material radiactivo al exterior, con consecuencias desastrosas para la población y el medio ambiente. Esta explosión se evitó liberando una gran cantidad de hidrógeno radiactivo (con una alta concentración de tritio) que afectó a las poblaciones circundantes. Todavía no existen estudios fidedignos capaces de esclarecer las consecuencias de aquel escape radiactivo.
[ad#ad-1]Las nucleares españolas tienen también problemas. Ha podido comprobarse en las diferentes prealertas de emergencia en Cofrentes, Vandellós y Garoña del pasado año, o la fuga de material radiactivo de Ascó. El incendio de Vandellós II pudo haber originado una gran catástrofe si el fuego hubiese alcanzado el hidrógeno de la planta. Todo ello dentro de una opacidad informativa creciente por parte del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). Una bajada de potencia como la que ha ocurrido en Cofrentes debe ser comunicada por el CSN, que de un tiempo a esta parte no hace públicos estos comunicados.
También redujo su potencia durante más de un mes la central de Garoña, hasta que entró en recarga el pasado 1 de marzo. Tampoco entonces hubo comunicación alguna. La central burgalesa, que puede cesar su actividad el próximo 5 de julio, si el Ministerio de Industria no le renueva el permiso de explotación, ha sido denunciada varias veces por las organizaciones ecologistas por su envejecido estado. Ecologistas en Acción ha señalado que la central tiene grietas en el barrilete y las penetraciones de las barras de control están seriamente corroídas por casi 40 años de funcionamiento. Ambos componentes son esenciales para la seguridad del reactor y por esa razón la organización ecologista ha pedido reiteradamente al Gobierno la no renovación del permiso.