l paso de las pequeñas poblaciones rurales a las grandes ciudades tentaculares que se produce en el contexto de la Época de las Revoluciones, (siglo XVII), supone para el planeta el surgimiento de los primeros problemas de contaminación por sobre-explotación de recursos y por concentración de personas en un mismo territorio.
El sistema de producción en cadena y la concentración de capital y de fábricas durante la Revolución Industrial alimentada por los vientos del liberalismo y la sociedad del bienestar, formaron el marco adecuado para los primeros excesos consumistas, cuyos ciudadanos, impulsados por el camino que les marcaban los medios de comunicación, se lanzaron a la loca carrera de poseer más y más objetos con la consabida consecuencia medioambiental: la contaminación atmosférica y la destrucción progresiva del planeta.
En los años 80, fueron los ecologistas los que dieron la voz de alarma, y tras varios años de problemas severos de falta de audición, los políticos consiguieron poco a poco ir aclarándose las orejas para empezar a incluir en sus discursos el siempre recurrente asunto de la protección del medio ambiente.
Sin embargo, aunque se ha conseguido poco ya que los pasos dados para resolver algo hasta ahora han sido muy difundidos pero nada resolutorios: la conferencia de Río de Janeiro, el protocolo de Kioto, etc, pero por lo menos se ha logrado que la ciudadanía esté concienciada sobre el problema medioambiental.
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Unas décadas más tarde y como consecuencia de un paso más en la evolución de la concienciación ciudadana, promovida por los movimientos sociales (de los que posteriormente se apropia la clase política), en las grandes concentraciones urbanas se comienza a hablar del ruido como un problema que llega a afectar al bienestar del ser humano. Rápidamente se establece un paralelismo entre las consecuencias atmosféricas del modo de vida en las grandes urbes: el uso del automóvil, uso de la calefacción, generación de energía eléctrica, etc; y sus consecuencias acústicas, es decir, el sonido que produce el modo de vida de la sociedad de consumo: motores, claxon, locales de ocio, etc.
Este problema se ha identificado como contaminación acústica, que sin duda tiene que ver con el sistema de producción y consumo de las sociedades modernas.
Esta evolución del ser humano en la generación de diversos tipos de contaminación por un lado, y por otro, en la toma de conciencia sobre los efectos negativos que produce, nos llevan a un tercer concepto algo menos difundido por su gran impacto negativo y sobre todo por el interés en ocultarlo de los “responsables contaminantes”, que son, principalmente los grandes fabricantes y los publicistas, y en segundo lugar los medios de comunicación y las instituciones públicas. Se trata de la “contaminación visual” que se podría definir como aquellos elementos que ensucian nuestro espectro visual con un interés claramente de rentabilidad económica a costa del terrible deterioro que se produce en la calidad de vida humana.
La sociedad es sensible a la contaminación ambiental e incluso a la contaminación acústica, ya que se trata de un fenómeno exteriorizado. Sin embargo, la contaminación visual se encuentra todavía en un nivel menos consciente, de forma que la mayor parte de la población no sólo no es consciente de sus efectos perversos sino que además niega su existencia como si se tratase de una broma o exageración.
Primero, las ciudades transformaron el paisaje natural en un conglomerado de asfalto y cemento. Después las grandes empresas y los publicistas se encargaron de contaminarlo con sus «emisiones mentales».
Las grandes ciudades se han convertido en territorios ocupados por las instituciones públicas y las grandes empresas que se han lanzado a una enloquecida lucha por situar su mensaje por encima de cualquier otro. La sobrecarga de estímulos visuales sin límites ha deteriorado sensiblemente la vida en el medio urbano.
Aunque la globalización ha exportado la contaminación visual por encima de barreras políticas y naturales, la población mundial no reacciona de igual forma ante el abuso de las multinacionales. En nuestra cultura, la propagación de la publicidad se ha venido realizando desde sus inicios, por lo que no genera rechazo, ni siquiera curiosidad por parte de los ciudadanos. Sin embargo, en lugares remotos, o se admira o se rechaza.
Pero, ¿es realmente contaminante la publicidad?
6 comentarios
psz tszta chido el tema y bn echo ba biie
yo estoy haciendo un proyecto para mi clase de ecologia y me gustaria saber si existen algunas instituciones q apoyen esta causa
Andaba buscando infomación sobre la contaminación auditiva y me encontré con tu comentario, el cual me parece «bien dicho» Singularmente estaba desatendiendo este problema como tal; pero debemos colocar más interes a lo que nos parece «común» pues que consecuencias nos traería o nos causaría lo que para nosotros es «común»? Debemos colocar más atención a estos temas.
Estoy deacuerdo contigo!!!
hola….
estoy hacioendo un proyecto integrador…
sobre las botellas pet y entre mis temas a tratar esta la contaminacion visual me podrian dar informacion que me sirva como sus causas y consecuencias o algunas estadisticas…
gracias
Hola…!!!!!!!!!
Tengo que hacer una exposicion de la contaminacion visual pro me toco las concecuencias xfavor me pueden dar algunas????????
estoy realizando un proyecto de investigacion en el cual menciono que debido a la contaminacion visual que en en los programas de television inconcientemente venden a la fuerza productos a la teleaudiencia, al realizar algunas entrevistas me encuentro con que muchas personas aun no se dan cuenta de este fenomeno que opinan