Otro indicador estrechamente ligado al agua virtual es la huella hidrológica o hídrica. Ideado en 2002 por Arjen Hoekstra, experto del Instituto UNESCO-IHE, el concepto es similar al de la huella ecológica, sólo que en este caso se considera el consumo total de agua, las características del clima y la eficiencia al utilizar este recurso.
Los consumidores son parte importante de este proceso, y así pueden gastar productos con menos agua virtual, o exigir la implantación de sistemas más eficientes de gestión del agua. Para ayudar a este objetivo, algunos expertos sugieren programas específicos de concienciación o un etiquetado de los productos con la cantidad de agua virtual empleada.
[ad#ad-1]No obstante, estos conceptos no se escapan de algunas críticas. Así, se exige un aumento de la precisión de los actuales métodos de cálculo y la inclusión de otras variables, como por ejemplo los aspectos cualitativos.
Por otra parte, también se recuerda que el comercio de agua virtual, si bien puede beneficiar a algunos países, también puede perjudicar a otros, porque finalmente este recurso se gasta en algún sitio. Por ello, al igual que en el caso de la huella ecológica, los ciudadanos deben tener claro que resulta totalmente insostenible un mundo que aspire a consumir más agua de la que hay.