La semana que viene es mi cumpleaños. Un poco adelantado, pero con mucha ilusión, Iskiam me ha regalado una cámara de fotos para que pueda dejar constancia de todas las excursiones que hacemos y pueda contaros los paisajes tan bonitos que solemos visitar los fines de semana.
Ayer, sin rumbo fijo, llegamos al Pantano de Sau en Barcelona.
Este embalse retiene el curso del río Ter. En el año 1962, aprovechando el desnivel del valle entre barrancos y las Guilleries, se inauguró el pantano de Sau.
Está considerado uno de los más peculiares de Cataluña con 17 km de longitud y 3 km de anchura máxima.
Su apertura ha cambiado la fisonomía del valle de Sau, convirtiéndolo en un punto de gran interés turístico. Bajo las aguas descansa el casco antiguo de San Román de Sau, un pueblo sumergido del cual sólo sobresale el campanario romántico como indicador popular del desnivel del agua. Ayer había mucha agua (buena señal) así que no lo pudimos ver… aunque os pongo una foto para que veáis a que me refiero.
La gran extensión del pantano, rodeado de bosques y escarpados de vértigo, conforma un bello paisaje y atrae a los amantes de los deportes naúticos ya que se puede practicar piragüismo y esquí náutico. Los concursos de pesca y la travesía de nadadores complementan las actividades deportivas acuáticas.
Adentrarse en la cueva de Grioteres o hacer rutas a caballo o en bicicleta por los alrededores del pantano, permite descubrir otros rincones insólitos como el pueblo Vilanova de Sau, emergido desde la creación del pantano.
Una pasada.
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