Ecologistas en Acción se suma a la convocatoria descentralizada el 15 de noviembre, coincidiendo con la cumbre del G-20, en protesta por la irracionalidad de la economía financiera y el apoyo de los gobiernos a su continuidad.
Ecologistas en Acción se suma a la convocatoria descentralizada para salir a las calles el 15 de noviembre en protesta por la irracionalidad de la economía financiera y el apoyo de los gobiernos a su continuidad. Ese día se reunirá el G-20 para comenzar un proceso de «refundación del capitalismo«.
Las políticas de lucha contra la crisis financiera, de «refundación del capitalismo«, de Estados Unidos, la Unión Europea y el Estado español se están basando en apuntalar el sector bancario y facilitar liquidez a los mercados para que recuperen la tan maltrecha confianza. Este es el fundamento último de los 50.000 millones de euros que el Gobierno piensa llegarse a gastar en la compra de activos de los bancos (lo que incrementará la deuda pública del 37% al 42% del PIB) y de los 100.000 millones que ha puesto sobre la mesa para avalar la banca.
[ad#ad-1]Así se están transfiriendo los riesgos y las pérdidas a los Estados y, en definitiva, al conjunto de la ciudadanía. Es curioso que uno de los argumentos para mantener las desigualdades en el mundo, los riesgos que corren los grandes capitales en sus inversiones, se venga abajo tan rápido: los riesgos pasan de ser privados a colectivos.
Este tipo de políticas, no sólo ponen las bases de una nueva burbuja especulativa al insuflar liquidez sin cambiar las reglas del juego, sino que amenazan a los Estados con una posible quiebra, como ya apuntan los mercados al estar subiendo la prima de riesgo de países como el nuestro. Y una quiebra estatal tendría una fortísima repercusión social, ya que implicaría el desmantelamiento de la sanidad, la educación y otros servicios públicos, algo que ya experimentaron en Argentina en 2002 y que está sobrevolando numerosos lugares del mundo, entre ellos países cercanos como Islandia o Hungría.
Una posible consecuencia adicional es que, fruto de la puesta en circulación de estas cantidades ingentes de dinero, se entre en un proceso altamente inflacionario en los países del Norte.
Para evitar que no se vuelvan a producir nuevas burbujas especulativas y desmanes financieros Ecologistas en Acción considera que es necesario socavar las raíces sobre las que se sustentan. De este modo el G-20 debería adoptar medidas del tipo de:
- Anclar las monedas a valores físicos poniendo límites a la creación del dinero. Se podrían anclar al tamaño de la población o a una cesta de productos básicos. La clave es que no pueda crecer el dinero al margen de la cantidad de recursos naturales existentes.
- Implantar un sistema de cambios fijos para las divisas con control democrático internacional.
- Imposibilidad de operar con monedas distintas a la local y controlpúblico de los bancos centrales.
- Limitar drásticamente el movimiento internacional de capital y abolición de la deuda externa de los países del Sur.
- Fuerte regulación y transparencia de los mercados, con la apertura de sus libros al público, junto con la eliminación de los paraísos fiscales.
- Prohibir que los bancos presten dinero por encima de los depósitos que tienen (subir el coeficiente de caja al 100%), eliminando además mecanismos como la titularización de deuda.
- Control público y democrático de la banca para forzarla a actuar con criterios de equidad, solidaridad y sostenibilidad.
Estas medidas servirían para reducir la posibilidad de nuevas burbujas especulativas y desmanes financieros internacionales que terminen generando una nueva crisis. Pero no permitirán avanzar hacia un mundo realmente sostenible, solidario y justo, ya que esto es incompatible con el sistema actual, que requiere el crecimiento ilimitado y la creación de desigualdades para su subsistencia. Medidas que irían en este sentido serían: la reducción del ámbito de la economía monetaria; la reconversión ecológica del sector industrial, de la construcción y las ciudades; el impulso de un mundo rural vivo basado en la producción agroecológica; la transformación del sistema energético hacia fuentes renovables; o reinvertir el dinero destinado a grandes infraestructuras de transporte en fomentar los circuitos de producción-consumo cortos.