Los modos de transporte que utilizamos no solo tienen un impacto en el medio ambiente y por tanto en la salud pública, como ya hemos indicado en post anteriores, sino que también influyen de una forma importante en nuestro estado de salud, en nuestras relaciones sociales e incluso en el grado de felicidad que alcanzamos en nuestra vida.
Los impactos producidos por los automóviles y los camiones en las ciudades no solo afectan al conjunto de la sociedad, con una mayor incidencia de enfermedades cardiovasculares y respiratorias, sino que también se ven perjudicados los propios usuarios. De acuerdo con estudios de la Universidad de Malmö en Suecia, las personas que habitualmente se desplazan a su puesto de trabajo en bicicleta, andando o en transporte público presentan menores tasas estadísticas de sobrepeso y obesidad que aquellos que utilizan el automóvil para ir a trabajar.
[ad#ad-1]Otro de los impactos negativos del uso del automóvil, es la disminución de nuestras relaciones sociales, según los datos del sociólogo americano Robert Putnam por cada 10 minutos que invirtamos en transportarnos, eliminaremos un 10% de nuestra vida social, especialmente en medios como el automóvil en los que habitualmente se viaja solo y no es recomendable, por motivos de seguridad, utilizar durante la conducción teléfonos móviles o Internet. Estudios de la Universidad de West England prueban que el tráfico afecta incluso a los habitantes de las ciudades que no utilizan el coche, ya que en las metrópolis con gran cantidad de vehículo disminuyen las relaciones sociales con los vecinos más cercanos.
Impactos sobre nuestra propia salud y sobre nuestras relaciones sociales, como los comentados, producen que las personas que utilizan para desplazarse medios más sostenibles como la bicicleta, ir a pie o el transporte público tengan más posibilidades de sentirse felices, que aquellos que utilizan con asiduidad el coche. En este sentido, estudios del Departamento de Estadística de Canadá, muestran que los usuarios de modos sostenibles se encuentren en una tasa de un 24% superior más felices que aquellos que utilizan el automóvil.
En resumen, la movilidad sostenible no solo es beneficiosa para reducir el consumo energético, las emisiones de gases de efecto invernadero o de contaminantes locales, mejorando el medio ambiente, también produce beneficios sobre la salud de los que utilizan estos modos más respetuosos con el entorno, desde un punto de vista físico, psicológico y social.