Algunos de los intrusos más perjudiciales a los que debe hacer frente el jardinero medio son los caracoles y las babosas. Por suerte hay muchas alternativas inofensivas a las bolitas químicas, que conviene evitar, ya que aparte de destruir la plaga también matan a animales beneficiosos como los erizos.
Aprovechando la afición a la humedad de las babosas y los caracoles, puedes proteger las plantas vulnerables con un mantillo de material basto, como arena, grava o incluso trozozs de cáscara de huevo. A estos voraces gasterópodos también los ahuyenta el cobre, que provoca una pequeña descarga eléctrica. Si quieres evitar que asalten plantas en macetas, pon una cinta de cobre de al menos 5 centímetros de ancho alrededor de la maceta.
La manera más sencilla, y quizá más eficaz, de privar a las babosas y los caracoles de un entorno húmedo donde se den un festín es regar las plantas a primera hora de la mañana, no al anochecer, que es cuando más activos están estos huéspedes indeseables.
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