Respetar el entorno natural y producir alimentos de calidad. Estas dos máximas se han convertido en los pilares que sustentan lo que hoy conocemos como agricultura ecológica, una alternativa que ha supuesto la aparición de un mercado especializado y en constante expansión.
La agricultura ecológica utiliza como modelo a la propia Naturaleza y extrae de ella toda la información posible para, posteriormente, aplicarla a los procesos productivos. Esta orientación, según sus defensores, permite obtener alimentos de mayor calidad (los ecológicos), garantiza la protección del ecosistema agrícola ante la amenaza de impactos externos (propios de la explotación agrícola convencional), y potencia la fertilidad natural de los suelos sin agotar su capacidad productiva.
Esta peculiar filosofía de lo rural, que fomenta el respeto de los ciclos naturales en los cultivos, propicia también que en la explotación de la tierra no se empleen sustancias que puedan mermar el valor nutritivo de los alimentos o resultar perjudiciales para la salud del consumidor. Este control adicional de calidad es, según los agricultores ecológicos, uno de los factores que aumentan el coste final de los productos ecológicos, cuyo precio, en nuestro país, puede encarecerse hasta en un 30% respecto a los convencionales. En Estados Unidos, este sobreprecio se sitúa entre el 15% y el 20%, mientras que en Alemania representa entre el 30% y el 40%, y en Italia supone entre el 30% y el 50%.
Recuperar la agricultura tradicional y mejorar el medio ambiente
Según los defensores de la agricultura ecológica, la macroexplotación industrial de la tierra conlleva consecuencias nefastas para su conservación: pérdida de cultura agrícola, alteración de los procesos naturales y de las especies propias de cada zona, cambios en los ciclos de cultivo determinados por el clima y el suelo, y el fin del aprovechamiento íntegro y sostenible de los recursos naturales.
[ad#ad-1]La agricultura ecológica, aseguran sus impulsores, no significa sin embargo un retroceso en las explotaciones, en la medida que trata de compatibilizar la cultura campesina con los modernos conocimientos técnicos y científicos. También advierten de que los abonos químicos se han convertido en el principal agente contaminante de aguas dulces en los países que, como el nuestro, cuentan con una agricultura convencional poco sensible a estos temas. Los nitratos alcanzan las aguas subterráneas, mientras que abonos e insecticidas se acumulan en el suelo y envenenan los microorganismos (base de la fertilidad), en un proceso que se prolonga durante años. Además, tanto la fabricación de estos productos químicos como la constante mecanización de las explotaciones agrarias implican un elevado consumo de energía.
Otras ventajas
Los productos de la agricultura ecológica, siempre según sus defensores, contienen más principios nutritivos que los procedentes de explotaciones convencionales si bien la afirmación está por demostrar, al no existir estudios concluyentes al respecto.
También argumentan que la agricultura ecológica permite mantener un paisaje más rico y variado, mediante la conservación y creación de setos vivos y cultivos diversificados. Esta diversificación de tareas y la especialización de la oferta favorece la creación de nuevos empleos, un factor a tener muy en cuenta vista la tendencia de los últimos años hacia el progresivo abandono de las zonas rurales.
Via: http://revista.consumer.es/web/es/19990501/medioambiente/
1 comentario
El consumo de productos agrícolas ecológicos, contribuye a mantener una vida saludable y buena nutrición.